Será que yo tengo la culpa?, escuché esa frase y un flashback estremeció mi cuerpo, mis pensamientos y peor aún...mis sentimientos. El tiempo transcurre y sin que a veces llevemos la cuenta, el pasado puede confundirse con algo que nosotros llamamos "presente", aferrándonos a recuerdos y experiencias que nos dan la esperanza para pensar que en cualquier momento una llamada, un mensaje, una foto, una palabra nos lleve a revivir eso que se nos hace difícil arrancar del alma. Pero cuando un momento de racionalidad llega, caemos en la cuenta de que el tiempo sigue siendo tiempo y que no se quedará inerte esperando a que nuestro cerebro intente establecer algún indicio de conexión con ese músculo lleno de vida llamado "corazón".
Pues sí, yo tengo la culpa de cada momento amargo, de cada lágrima, de todo el tiempo perdido pensando en lo que fue, negándome la posibilidad de ver lo que realmente tengo enfrente, y que por cierto se resume en algo maravilloso. Buscamos culpar a la vida, a las circunstancias, al destino, pero a veces resulta complicado evaluar nuestras propias decisiones y qué hicimos y seguimos haciendo para encontrarnos en la situación que es nuestro pan de cada día. Tengo la culpa de no haber sido capaz de recordar y sonreír al mismo tiempo. Tengo la culpa de no haber dicho lo que debí cuando tuve la oportunidad. Tengo la culpa de haber lastimado a quienes realmente les importo. Tengo la culpa de no asumir que existe la posibilidad de que dos personas jamás puedan verse a los ojos nuevamente.Tengo la culpa de no exponer sentimientos para no sentirme vulnerable. Tengo la culpa de no coger un maldito teléfono y decir lo feliz que me hace saber que todo está bien. Tengo la culpa de haber esperado algo que de antemano sabía que no iba a suceder.
Tengo la culpa de haber caído tan hondo y también tengo la culpa de haberme levantado poco a poco y con gran dificultad. Tengo la culpa de muchas cosas, buenas y malas, pero sobretodo, tengo la culpa de haber cometido tantos errores y aciertos que me han hecho saber que soy un ser humano y que tengo todo el derecho de joderla en muchos aspectos y que tengo el deber de corregir lo que haya que corregir. Porque al fin y al cabo tengo la culpa de haber vivido una de las mayores experiencias de mi vida, dejando los miedos, el orgullo y la autosuficiencia de lado para ser simplemente...yo.